Si no temen ustedes que les piquen las ortigas, vengan conmigo por el estrecho sendero que conduce al pabellón, y veremos lo que sucede dentro de éste...

sábado, 11 de agosto de 2007

Salmos en medio de la noche

A propósito de las distintas miradas que coleccionó Arne en torno a la noche oscura, aquí hay una muy hermosa:

"Estaréis tristes,
pero vuetra tristeza se convertirá en gozo.
La mujer, cuando va a dar a luz, está triste,
porque le ha llegado su hora;
pero cuando ha dado a luz al niño,
ya no se acuerda del aprieto
por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo..." (Juan 16, 21)
Tal vez algún hermenéutico me diga que no se refiere a eso de la noche, pero entonces ¿a qué? Los árboles en invierno no están perdiendo el tiempo, crecen hacia adentro, como dijo un buen profesor.
Hace mucho años, cuando aún yo era un tierno cervatillo escribí un salmo en medio de la noche:

Es que tu reino es tan espiritual
Señor, y yo tengo una piedra
Incrustada en el estómago.
No quiero decir que has sido Tú quien la ha dejado
(Perdóname, Jesús, tú lo sabes todo)
Solo sé que nadie se hace responsable
Y no puedo pensar sino que soy horrible
Y que Tú con otras almas más hermosas te deleitas.

Tú me quieres. Es la fe que me pusiste.
Pero tus caricias vienen de otro mundo
Y yo ya me cansé de enderezarlas y adornarlas
Es la sutileza con que dices una cosa y luego otra
Que me llena de impaciencia.

"El viento sopla donde quiere"
Es así como cruelmente me enamoras
No lo digo con cariño ni es dulce reproche
Porque de mí nadie se burla
Ni siquiera Tú, Señor, y sin embargo
El enojo que me pena
Y la pena que me enoja
Te prometo
Cada vez que oiga tu nombre
Sencillamente
Deshacerme

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