(Viene de Ciencia y poesía I)
"Poesía y ciencia se plantean idéntica interrogante: el borde de un abismo común y sólo sus modos de investigación difieren", dijo Saint John Perse. George Steiner va más allá y dice que "la epistemología y la lingüística de la ausencia real (Mallarmé) son congruentes con la física de los agujeros negros" y, por otra parte, "la pulverización de la cohesión psíquica en fragmentos cargados de energía centrífuga y fugaz que lleva a cabo Rimbaud se corresponde no sólo a con la evolución moderna de la física de partículas sino, más rigurosamente, con las especulaciones sobre la antimateria." En su opinión, "tales reciprocidades en el nivel de la percepción y la investigación no pueden ser del todo fortuitas".
Para explorar estas reciprocidades, cito a continuación las descripciones que un músico y un físico hacen de su proceso creativo porque contienen una bonita coincidencia:
"Estudiamos y escudriñamos en espera de nuestro placer, guiados por nuestro olfato, y, de repente, un obstáculo desconocido se nos pone en el camino. Experimentamos una sacudida, un choque, y este choque fecunda nuestra potencia creadora" (Igor Strawinsky, Poética Musical, EMECÉ editores, Buenos Aires, 1946, p.61.)
"Encontrar conceptos que calcen con la naturaleza se parece mucho a resolver un crucigrama. En el crucigrama puede haber algunas partes de la cuadrícula que completamos fácilmente, pero a veces encontramos zonas en las que podemos llenar todas excepto una o dos definiciones obstinadas, entonces sabemos que estamos tras la pista correcta y llevamos al límite nuestros cerebros por las palabras faltantes, cuando, con un flash de inspiración, vemos que las palabras obstinadas pueden ser encajadas mediante un cambio completo en aquellas que ya habíamos aceptado"(P.W.Bridgman, The logic of modern physics, Macmillan Paperbacks Edition, New York, 1927, p.202)Todo descubrimiento, logro o acierto artístico o científico tiene dos características:
Desde un punto de vista sicológico, es precedido por la misma tensión anímica en el sujeto, un estado de gracia, si se quiere, en el que pueden recibir aquel flash de inspiración. El psiquiatra Otto Dörr, al revisar la vida y obra de algunos importantes genios en su obra La palabra y la música (Ediciones U. Diego Portales, 2007), verifica que esta capacidad receptiva es endógena y está ligada a la melancolía. Está implícita, además, en aquella definición de Jakobson de la función poética, donde "el eje de la combinación se proyecta sobre el eje de la selección". Esto significa que el poeta no "discurre" el poema ya que todas sus partes están íntimamente imbricadas, como las voces de una fuga en stretto o las formas fractales de los árboles, y por lo tanto sólo es posible concebirlo en un sólo instante, de una sola vez. Detectamos un poema que carece de esta unidad cuando decimos que "no se sostiene". De un modo análogo, es fácil imaginar al científico que de pronto "ve" una igualdad con ambos términos simultáneamente.
Por otra parte, pareciera que la novedad no significa exactamente "un avance" dentro de una acumulación progresiva, sino una reinterpretación de la tradición enmarcándola dentro de un ámbito delimitado y abriendo uno mayor. T.S. Kuhn, en su Estructura de las revoluciones científicas, hablaba de "paradigmas" incompatibles, pero yo simpatizo más con el físico Claudio Bunster, premio nacional de ciencias, cuando en una entrevista (Ciencia y poesía, Lom editores) habla de "aproximación": "La teoría de Einsten, afirma, no demostró que Newton estaba equivocado, porque dentro de cierto ámbito de aproximación, Newton seguirá siempre teniendo razón". Del mismo modo, Stravinsky y Shoenberg pusieron al sistema tonal, el esqueleto musical de occidente, en un lugar relativo, pero aún podemos disfrutar de Bach desde la aproximación debida. Como en otras cosas, aquí no se trata de abolir sino de llevar a su plenitud.