Si no temen ustedes que les piquen las ortigas, vengan conmigo por el estrecho sendero que conduce al pabellón, y veremos lo que sucede dentro de éste...

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Ciencia y Poesía II

(Viene de Ciencia y poesía I)

"Poesía y ciencia se plantean idéntica interrogante: el borde de un abismo común y sólo sus modos de investigación difieren", dijo Saint John Perse. George Steiner va más allá y dice que "la epistemología y la lingüística de la ausencia real (Mallarmé) son congruentes con la física de los agujeros negros" y, por otra parte, "la pulverización de la cohesión psíquica en fragmentos cargados de energía centrífuga y fugaz que lleva a cabo Rimbaud se corresponde no sólo a con la evolución moderna de la física de partículas sino, más rigurosamente, con las especulaciones sobre la antimateria." En su opinión, "tales reciprocidades en el nivel de la percepción y la investigación no pueden ser del todo fortuitas".
Para explorar estas reciprocidades, cito a continuación las descripciones que un músico y un físico hacen de su proceso creativo porque contienen una bonita coincidencia:

"Estudiamos y escudriñamos en espera de nuestro placer, guiados por nuestro olfato, y, de repente, un obstáculo desconocido se nos pone en el camino. Experimentamos una sacudida, un choque, y este choque fecunda nuestra potencia creadora" (Igor Strawinsky, Poética Musical, EMECÉ editores, Buenos Aires, 1946, p.61.)
"Encontrar conceptos que calcen con la naturaleza se parece mucho a resolver un crucigrama. En el crucigrama puede haber algunas partes de la cuadrícula que completamos fácilmente, pero a veces encontramos zonas en las que podemos llenar todas excepto una o dos definiciones obstinadas, entonces sabemos que estamos tras la pista correcta y llevamos al límite nuestros cerebros por las palabras faltantes, cuando, con un flash de inspiración, vemos que las palabras obstinadas pueden ser encajadas mediante un cambio completo en aquellas que ya habíamos aceptado"(P.W.Bridgman, The logic of modern physics, Macmillan Paperbacks Edition, New York, 1927, p.202)
Todo descubrimiento, logro o acierto artístico o científico tiene dos características:
Desde un punto de vista sicológico, es precedido por la misma tensión anímica en el sujeto, un estado de gracia, si se quiere, en el que pueden recibir aquel flash de inspiración. El psiquiatra Otto Dörr, al revisar la vida y obra de algunos importantes genios en su obra La palabra y la música (Ediciones U. Diego Portales, 2007), verifica que esta capacidad receptiva es endógena y está ligada a la melancolía. Está implícita, además, en aquella definición de Jakobson de la función poética, donde "el eje de la combinación se proyecta sobre el eje de la selección". Esto significa que el poeta no "discurre" el poema ya que todas sus partes están íntimamente imbricadas, como las voces de una fuga en stretto o las formas fractales de los árboles, y por lo tanto sólo es posible concebirlo en un sólo instante, de una sola vez. Detectamos un poema que carece de esta unidad cuando decimos que "no se sostiene". De un modo análogo, es fácil imaginar al científico que de pronto "ve" una igualdad con ambos términos simultáneamente.
Por otra parte, pareciera que la novedad no significa exactamente "un avance" dentro de una acumulación progresiva, sino una reinterpretación de la tradición enmarcándola dentro de un ámbito delimitado y abriendo uno mayor. T.S. Kuhn, en su Estructura de las revoluciones científicas, hablaba de "paradigmas" incompatibles, pero yo simpatizo más con el físico Claudio Bunster, premio nacional de ciencias, cuando en una entrevista (Ciencia y poesía, Lom editores) habla de "aproximación": "La teoría de Einsten, afirma, no demostró que Newton estaba equivocado, porque dentro de cierto ámbito de aproximación, Newton seguirá siempre teniendo razón". Del mismo modo, Stravinsky y Shoenberg pusieron al sistema tonal, el esqueleto musical de occidente, en un lugar relativo, pero aún podemos disfrutar de Bach desde la aproximación debida. Como en otras cosas, aquí no se trata de abolir sino de llevar a su plenitud.

Gradus ad Parnassum II

Había prometido traducir el sabroso prólogo que Johann Joseph Fux dedica al lector de su famoso tratado de contrapunto en forma de diálogo Gradus ad Parnassum, y ahora que tenemos lectores, estos tenues propósitos personales se cargan con algo del peso del compromiso y el honor.
Paul Hindemith, en el capítulo introductorio de su Craft of musical composition (1937), hace un diagnóstico de la enseñanza de la composición de su propia época a partir del texto de Fux. Cita el prólogo y compara la labor de resistencia de Fux con la del compositor contemporáneo. Estos párrafos no tienen desperdicio y serán dados a conocer en este mismo blog prontamente.
Al igual que Fux, pido excusas, aunque no por la humildad de mi estilo, sino por mi inglés de colegial. Adiós, provecho, y sean indulgentes.

El Prólogo del autor para el lector

"Algunas personas tal vez se pregunten porqué me he empeñado en escribir sobre música, habiendo tantos trabajos de hombres sobresalientes que han tratado el tema de forma más exhaustiva y docta; y, particularmente, porqué deberería hacerlo justo en este tiempo en el que la música se ha hecho casi arbitraria y los compositores se rehúsan a ser limitados por ningun precepto ni principio, detestando el mismo nombre de escuela y ley como a la muerte misma. Ante esto quiero hacer mi propósito claro. Ciertamente ha habido muchos autores famosos por su enseñanza y competencia, quienes han dejado una gran cantidad de trabajos en teoría de la música; pero en la práctica de la escritura de la música ellos han dicho muy poco, y este poco no es comprendido fácilmente. Generalmente, ellos se han contentado con entregar unos pocos ejemplos, y nunca han sentido la necesidad de inventar un método simple por el cual el novicio pueda progresar gradualmente, ascendiendo paso a paso para lograr maestría en este arte. Yo no seré intimidado por los más ardientes enemigos de la escuela, ni por la corrupción de los tiempos.
La medicina es dada a los enfermos, y no a aquellos quienes están en buena salud. Como sea, mis esfuerzos no tienden -ni me considero con la fuerza- a detener el curso de un torrente avanzando precipitadamente más allá de sus bordes. No creo que pueda llamar de vuelta a los compositores desde la insanidad desbocada de su escritura a los estándares normales. Que cada uno siga su propio consejo. Mi objeto es ayudar a las personas jóvenes que quieren aprender. Yo conocí y aún conosco a muchos que tienen finos talentos y están de lo más ansiosos por estudiar; como sea, faltando sentido (means) y un profesor, ellos no pueden realizar su ambición, sino que permanecen, como si nada (as it were), para siempre desesperadamente sedientos.
Buscando una solución para este problema, comenzé, desde entonces, hace muchos años, a trabajar un método similar a aquel por el cual los niños aprenden las primeras letras, luego sílabas, luego combinaciones de sílabas, y finalmente cómo leer y escribir. Y ésto no ha sido en vano. Cuando usé este método en la enseñanza observé que los pupilos hicieron asombrosos progresos en un corto tiempo. Entonces pensé que debía retribuir un servicio al arte si yo lo publicaba por el beneficio de los jóvenes estudiantes, y compartía con el mundo musical la experiencia de casi treinta años, durante los cuales yo serví a tres emperadores (en lo cual podría con toda modestia sentirme orgulloso). Por otra parte, como Cicerón citaba desde Platón: "No vivimos para nosotros solos: nuestras vidas pertenecen también a la patria, a nuestros parientes y a nuestros amigos."
Notarás, querido lector, que he entregado muy poco espacio en este libro a la teoría y mucho más a la práctica, ya que (la acción siendo la prueba de la excelencia) ésta era la mayor necesidad.
Finalmente en aras a un mejor entendimiento y una mayor claridad, he usado la forma de diálogo. Por Aloysius, el maestro, me refiero a Palestrina, la celebrada luz de la música, de Praeneste (o, como otros dicen, Praeeste), a quien yo debo todo lo que sé de este arte y cuya memoria nunca dejaré de cuidar con un sentimiento de la más honda reverencia. Por Josephus yo designo al pupilo que desea aprender el arte de la composición.
Para terminar, no te ofendas ante la humildad de mi estilo, ya que no reclamo a la latinidad otra cosa que lo que de un viajero regresando a la tierra que alguna vaz llamó "su casa". Y yo preferíría antes ser comprensible que parecer elocuente. Adiós, provecho, y se indulgente."
Anotaciones relacionadas:
Gradus ad Parnassum (El comienzo del diálogo y una introducción de Alfred Mann)
Taco y punta, bailaremos (La Orquesografía, otro tratado en forma de diálogo)
El arte de la fuga I, II (Serie dedicada a la forma contrapuntística por excelencia)

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