Si no temen ustedes que les piquen las ortigas, vengan conmigo por el estrecho sendero que conduce al pabellón, y veremos lo que sucede dentro de éste...

viernes, 10 de agosto de 2007

Pabellón nº6 v2.0

Después de una fugaz tentativa en el año 2005, el Pabellón nº6 abre sus puertas por segunda vez. Pero ojo, ahora todo será diferente: escribiremos 4 internos del pabellón. Ya se incorporó Gabriel, pronto lo hará Rosa y ya daremos noticias del cuarto integrante. Si en el 2005 éste blog iba a estar dedicado a la literatura, el arte, la espiritualidad y todo lo que es serio (razones obvias del fracaso), hoy queremos incorporar la vida, el humor y la queja. Abriremos el espectro temático lo más posible y seremos como dioses.
(11/8 Gabriel dixit: además tendremos un diseño de pura vanguardia escolástica en el que estoy trabajndo ;)
Así dejo abiertas las puertas para todo el que quiera salvar el estrecho sendero que conduce al pabellón.
Y para re-comenzar bien vaya este poema de Hesse.

Escalones
(Stufen)

Así como toda flor se enmustia y toda juventud cede a la edad,
así también florecen sucesivos los peldaños de la vida;
a su tiempo flora toda sabiduría, toda virtud,
mas no les es dado durar eternamente.
Es menester que el corazón, a cada llamamiento,
esté pronto al adiós y a comenzar de nuevo,
esté dispuesto a darse, animoso y sin duelos,
a nuevas y distintas ataduras.
En el fondo de cada comienzo hay un hechizo
que nos protege y nos ayuda a vivir.

Debemos ir serenos y alegres por la Tierra,
atravesar espacio tras espacio
sin aferrarnos a ninguno, cual si fuera una patria;
el espíritu universal no quiere encadenarnos:
quiere que nos elevemos, que nos ensanchemos
escalón tras escalón. Apenas hemos ganado intimidad
en una morada y en un ambiente, ya todo empieza a languidecer:
sólo quien está pronto a partir y peregrinar
podrá eludir la parálisis que causa la costumbre.

Aún la hora de la muerte acaso nos coloque
frente a nuevos espacios que debamos andar:
las llamadas de la vida no acabarán jamás para nosotros...
¡Ea, pues, corazón arriba! ¡Despídete, estás curado!

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