Si no temen ustedes que les piquen las ortigas, vengan conmigo por el estrecho sendero que conduce al pabellón, y veremos lo que sucede dentro de éste...

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Habla un egipcio (año 3500 ac.): "Si tú no estás listo para morir, no eres feliz"

¿Cómo es la vida cotidiana al interior de un hogar egipcio? ¿Las madres leen cuentos a sus hijos para dormirlos? ¿almuerzan juntos?
¿Cuentos para dormir? ¿Cómo te vas a dormir si estás escuchando una historia? En las familias egipcias, la principal labor de la madre es la lectura o recitación de los relatos y poemas que los antiguos nos han regalado. Porque nosotros entendemos que ser madre no es sólo parir críos. Al igual que la ciénaga nos sostiene y nos alimenta, lo específico de ser madre es darles a sus hijos continuamente la vida, la vida del espíritu, y eso se hace entregándoles el significado poético de la realidad, para que no tropiecen en la arena, para que caminen seguros sobre el granito pulido, esta herencia de siglos de nombrar lo que antes no tenía nombre, y que ellos a su vez aprendan a arrebatarle significados a la muerte.
Para mí, la hora más importante del día es la dedicada a este ejercicio, que no es otra cosa que aprender a morir. Si tú no estás listo -ahora mismo mientras hablamos- para morir, significa que no eres feliz. Por eso cada día nos reunimos y leemos, por ejemplo, el libro de los muertos o cualquier texto que roce aquellos bordes donde... la vida se toca a sí misma... donde la palabra crea más realidad y levantamos nuestra tienda en medio del desierto. ¿Cómo vas a morir entonces si no has vivido nunca? ¿Cómo vas a dejar que tu niño se duerma en el momento en que estiramos nuestros dedos hacia lo Sagrado?

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