Si no temen ustedes que les piquen las ortigas, vengan conmigo por el estrecho sendero que conduce al pabellón, y veremos lo que sucede dentro de éste...

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Gradus ad Parnassum II

Había prometido traducir el sabroso prólogo que Johann Joseph Fux dedica al lector de su famoso tratado de contrapunto en forma de diálogo Gradus ad Parnassum, y ahora que tenemos lectores, estos tenues propósitos personales se cargan con algo del peso del compromiso y el honor.
Paul Hindemith, en el capítulo introductorio de su Craft of musical composition (1937), hace un diagnóstico de la enseñanza de la composición de su propia época a partir del texto de Fux. Cita el prólogo y compara la labor de resistencia de Fux con la del compositor contemporáneo. Estos párrafos no tienen desperdicio y serán dados a conocer en este mismo blog prontamente.
Al igual que Fux, pido excusas, aunque no por la humildad de mi estilo, sino por mi inglés de colegial. Adiós, provecho, y sean indulgentes.

El Prólogo del autor para el lector

"Algunas personas tal vez se pregunten porqué me he empeñado en escribir sobre música, habiendo tantos trabajos de hombres sobresalientes que han tratado el tema de forma más exhaustiva y docta; y, particularmente, porqué deberería hacerlo justo en este tiempo en el que la música se ha hecho casi arbitraria y los compositores se rehúsan a ser limitados por ningun precepto ni principio, detestando el mismo nombre de escuela y ley como a la muerte misma. Ante esto quiero hacer mi propósito claro. Ciertamente ha habido muchos autores famosos por su enseñanza y competencia, quienes han dejado una gran cantidad de trabajos en teoría de la música; pero en la práctica de la escritura de la música ellos han dicho muy poco, y este poco no es comprendido fácilmente. Generalmente, ellos se han contentado con entregar unos pocos ejemplos, y nunca han sentido la necesidad de inventar un método simple por el cual el novicio pueda progresar gradualmente, ascendiendo paso a paso para lograr maestría en este arte. Yo no seré intimidado por los más ardientes enemigos de la escuela, ni por la corrupción de los tiempos.
La medicina es dada a los enfermos, y no a aquellos quienes están en buena salud. Como sea, mis esfuerzos no tienden -ni me considero con la fuerza- a detener el curso de un torrente avanzando precipitadamente más allá de sus bordes. No creo que pueda llamar de vuelta a los compositores desde la insanidad desbocada de su escritura a los estándares normales. Que cada uno siga su propio consejo. Mi objeto es ayudar a las personas jóvenes que quieren aprender. Yo conocí y aún conosco a muchos que tienen finos talentos y están de lo más ansiosos por estudiar; como sea, faltando sentido (means) y un profesor, ellos no pueden realizar su ambición, sino que permanecen, como si nada (as it were), para siempre desesperadamente sedientos.
Buscando una solución para este problema, comenzé, desde entonces, hace muchos años, a trabajar un método similar a aquel por el cual los niños aprenden las primeras letras, luego sílabas, luego combinaciones de sílabas, y finalmente cómo leer y escribir. Y ésto no ha sido en vano. Cuando usé este método en la enseñanza observé que los pupilos hicieron asombrosos progresos en un corto tiempo. Entonces pensé que debía retribuir un servicio al arte si yo lo publicaba por el beneficio de los jóvenes estudiantes, y compartía con el mundo musical la experiencia de casi treinta años, durante los cuales yo serví a tres emperadores (en lo cual podría con toda modestia sentirme orgulloso). Por otra parte, como Cicerón citaba desde Platón: "No vivimos para nosotros solos: nuestras vidas pertenecen también a la patria, a nuestros parientes y a nuestros amigos."
Notarás, querido lector, que he entregado muy poco espacio en este libro a la teoría y mucho más a la práctica, ya que (la acción siendo la prueba de la excelencia) ésta era la mayor necesidad.
Finalmente en aras a un mejor entendimiento y una mayor claridad, he usado la forma de diálogo. Por Aloysius, el maestro, me refiero a Palestrina, la celebrada luz de la música, de Praeneste (o, como otros dicen, Praeeste), a quien yo debo todo lo que sé de este arte y cuya memoria nunca dejaré de cuidar con un sentimiento de la más honda reverencia. Por Josephus yo designo al pupilo que desea aprender el arte de la composición.
Para terminar, no te ofendas ante la humildad de mi estilo, ya que no reclamo a la latinidad otra cosa que lo que de un viajero regresando a la tierra que alguna vaz llamó "su casa". Y yo preferíría antes ser comprensible que parecer elocuente. Adiós, provecho, y se indulgente."
Anotaciones relacionadas:
Gradus ad Parnassum (El comienzo del diálogo y una introducción de Alfred Mann)
Taco y punta, bailaremos (La Orquesografía, otro tratado en forma de diálogo)
El arte de la fuga I, II (Serie dedicada a la forma contrapuntística por excelencia)

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